Juntos pensaron en otra idea genial. Como Merlettin era muy pequeño para ser astronauta y viajar en el espacio, dijeron que lo mejor era practicar cómo se siente estar en el aire.
Fueron al parque más cercano y se subieron a una gran hamaca. Mientras el viento le soplaba la cara y el pequeño Merlettin sentía cosquillas en la panza cada vez que se hamacaba, se imaginó lo genial que sería cuando sea grande y pueda estar en el aire de verdad.
¡Mirar las estrellas de cerca y flotar en el espacio era el sueño más divertido que tenía en la mente en ese momento!
Mientras tanto, cuando llegara a su casa, tenía que ponerse manos a la obra para crear unos hermosos planetas y jugar que viajaba a través de ellos.