El pequeño Merlettin siempre fue muy travieso. Le encantaba jugar con todo lo que encontraba a su alrededor y tenía una imaginación muy buena. Pero a veces, eso le traía problemas. Le gustaba esconderse para que su mamá no lo encuentre o a veces quería cocinar con ingredientes que no eran para nada deliciosos… ¡Por eso siempre lo regañaban!
Un día, estaba muy enojado porque quería salir a jugar afuera, pero su mamá no se lo permitió ¡Merlettin no entendía que tenía que quedarse en casa! Por eso, decidió que jugaría a la pelota adentro de su hogar. El problema era que allí no había mucho espacio por lo que tenía que ser muy cuidadoso.
Al principio, jugó con poco entusiasmo, pateando despacio y casi sin moverse. Sin embargo, de a poco se fue entusiasmando… Esquivó un sofá como si fuese otro jugador que quería arrebatarle la pelota, esquivo la silla de la cocina haciendo una maniobra difícil que hubiese sido aplaudida por sus amigos si estuvieran allí y finalmente esquivó la mesa con tanta pasión que no se dió cuenta y…¡PUM! Pateó la pelota tan fuerte, que fue a parar a un cuadro familiar que se cayó al instante.
Como el marco era de plástico, solo se rompió en una esquina, dejando un hueco que seguro no le agradaría ver a la mamá de Merlettin ¡Otra vez haciendo travesuras! ¿Era conveniente contarle lo que había pasado? El pequeño pensó y pensó hasta que llegó a una conclusión: su mamá le enseñó a decir siempre la verdad y eso era lo que haría.
Con mucho valor, buscó a su madre en su habitación y le contó lo que había pasado. Para sorpresa de Merlettin su mamá no se enojó ¡Se puso contenta de que él haya dicho la verdad! “A veces ocurren accidentes y por eso hay que ser cuidadosos”, le dijo. También se le ocurrió que juntos, podrían solucionar el problema arreglando el cuadro y haciéndolo más bonito de lo que era.
Buscaron materiales como témperas, papeles, silicona líquida, tijeras y se pusieron manos a la obra. Al final, ese horrible hueco de la esquina del marco lo taparon con una bella flor y un dibujo que decoraba la hermosa foto familiar. Merlettin y su mamá colocaron nuevamente el cuadro en donde estaba y se dieron cuenta que ahora lucía mucho más bonito que antes.
Ese día Merlettin aprendió una lección; decir la verdad no es malo y siempre hay que buscar soluciones a los problemas ¡Cuando ayudan los padres siempre se resuelven más rápido!
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