El pequeño Merlettin siempre fue muy travieso. Le encantaba jugar con todo lo que encontraba a su alrededor y tenía una imaginación muy buena. Pero a veces, eso le traía problemas. Le gustaba esconderse para que su mamá no lo encuentre o a veces quería cocinar con ingredientes que no eran para nada deliciosos… ¡Por eso siempre lo regañaban!
Un día, estaba muy enojado porque quería salir a jugar afuera, pero su mamá no se lo permitió ¡Merlettin no entendía que tenía que quedarse en casa! Por eso, decidió que jugaría a la pelota adentro de su hogar. El problema era que allí no había mucho espacio por lo que tenía que ser muy cuidadoso.