A Merlettin no le gustaban los días de lluvia. Prefería sentarse a jugar a la sombra de su gran árbol, que se encontraba al fondo de su casa. Pero no podía porque las gotas no dejaban de caer y las nubes estaban cada vez más juntas y de color negras ¡Qué día tan horrible!
Para colmo, tenía mucha tarea de clases pendiente que estaba evitando hacer. Si le contaba a su mamá, lo iba a regañar por no ser responsable. Pero Merlettin no estaba listo para sentarse a estudiar, en lo único que pensaba era en las cosas que podría hacer si el día estuviera soleado.
Sin embargo, sabía que tarde o temprano su madre le preguntaría acerca de los deberes ¿Dónde podría esconderse ahora que el árbol no estaba disponible? El pequeño pensó y pensó hasta que se le ocurrió una gran idea ¡Iba a crear un escondite secreto!
Paseó por toda la casa intentando encontrar el lugar ideal. Al parecer estaba de suerte, porque justo debajo de la escalera había espacio disponible para que él pueda refugiarse. Se puso manos a la obra. Su idea era construir una pequeña habitación secreta, las paredes serían de cartón y estaría tan bien camuflada, que nadie notaría su presencia.
Primero, utilizó papel blanco y envolvió con él el cartón. Unió cada pedazo con silicona líquida de forma tal que formó un gran cuadrado gigante. En la parte de atrás, lo pintó con canvas de color verde, que era el tono que tenían las paredes de su hogar. Adelante, le hizo dibujos hermosos decorando cada rincón ¡Quería que su escondite se vea aburrido por fuera, pero divertido por dentro!
Cuando llegó la hora de la merienda, la mamá de Merlettin le preparó un rico vaso de leche con galletas y lo empezó a buscar por toda la casa ¡Qué problema! El pequeño tenía hambre y su escondite fue tan eficiente que su madre no lo encontró… O eso pensaba él hasta que salió y ¡Pum! se chocó con ella que lo esperaba tras la escalera. Estaba realmente sorprendida por el gran trabajo de Merlettin y lo felicitó.
Mientras agarraba la bandeja con la merienda para volver a esconderse, su madre le preguntó si ya había terminado con los deberes ¡Ups! Justo lo que quería evitar no pudo cumplirse. Merlettin admitió que no y a la mamá se le ocurrió una gran idea ¡Utilizar ese escondite para que nadie lo moleste y pueda concentrarse!
Aunque no era lo que él quería, Merlettin entendió que no podía escaparse de sus responsabilidades y que sin importar lo que haga, tarde o temprano tenía que cumplir con sus deberes ¡La próxima vez ya no perdería tiempo! Pues ahora, tenía su propio sitio donde refugiarse.
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