Mientras agarraba la bandeja con la merienda para volver a esconderse, su madre le preguntó si ya había terminado con los deberes ¡Ups! Justo lo que quería evitar no pudo cumplirse. Merlettin admitió que no y a la mamá se le ocurrió una gran idea ¡Utilizar ese escondite para que nadie lo moleste y pueda concentrarse!
Aunque no era lo que él quería, Merlettin entendió que no podía escaparse de sus responsabilidades y que sin importar lo que haga, tarde o temprano tenía que cumplir con sus deberes ¡La próxima vez ya no perdería tiempo! Pues ahora, tenía su propio sitio donde refugiarse.